Reflexionando sobre la dureza de la vida del campo, se pasaba de la belleza de ver nacer y crecer los frutos, al dolor que dejaban los azotes del viento, las sequías (sobre todo cuando se plantaba de secano "sequero"), o por lo que les supondría la carestía del agua, la lluvia en el momento inadecuado que podría los frutos,...Todo ello ayudó a que nuestras familias no se libraran de la dura emigración de muchos de sus hijos que buscaban mejorar su situación o superar las crisis que por sequías, posguerras, o situaciones personales se han ido sucediendo a lo largo de la historia de la vida del pueblo. Así lo hizo mi abuelo Pepe y tres de sus hermanos a Cuba, tras la primera Guerra Mundial, viaje del que solo regresó mi abuelo mientras sus hermanos quedarían allá siendo, para las generaciones posteriores, "los trasmarinos" y encargándose el ancho océano de casi borrar su huella, pues solo reanudó el contacto un primo de mi madre.
De pequeña oí a mi abuelo contar alguna cosa de su trabajo en Cuba: cortar caña, trabajar en las plantaciones de tabaco que luego él, como tantos canarios, cultivaría en nuestra tierra llegándose a desarrollar una industria tabaquera importante, hoy casi en extinción. Aún recuerdo los manojos de hojas de tabaco puestas a secar colgando de unos hilos que atravesaban la pared del sótano en la casa de mis abuelos. De hecho él siempre fumó puros, me viene a la memoria verle el trozo de puro apagado, escondido tras el sobrero y apoyado en la oreja.
Recuerdo que nos tarareaba algún punto cubano y a todas sus nietas siempre nos cantó unas estrofas de una canción infantil cubana que no olvidaremos "Mira mi china por donde va, con sus zapatitos blancos y su media calá" o incluso se le escapaban palabras que se usaban a ese lado del Atlántico ej al orinal lo llamaba el tibor. De siempre oí palabras que años después aprendí que vinieron de América con nuestros familiares, como el término guagua (Wa & Wa), ajumarse (emborracharse) o una que a mi madre tanto le gustaba decir "no digas caballadas" (no digas disparates).
Otro testigo silencioso de su viaje sería el baúl o cofre de madera que siempre estuvo en la cocina de mis abuelos y sobre el que muchas veces me senté rodando por su curvada tapa.
Décadas después, en los años 50, iría mi padre a Venezuela. De su corta experiencia no contaba mucho pero lo que le marcó fue que solo los preparados encontraban trabajos más cómodos y mejor retribuidos y eso se convertiría en su fijación para que estudiásemos.
A otros vecinos les tocó ir a Europa en la década de los 60, países donde no conocían el idioma, y se protegían en las cuadrillas de trabajadores canarios que emigraron juntos o como habían hecho los anteriores, conectando con algún conocido que llevaba tiempo allí y aprendiendo a sobrevivir lejos de familia y amigos.
En cada una de estas etapas, muchos regresaron con pequeñas o más importantes mejorías económicas, como mencionamos en el relato anterior y algunos otros formaron su vida fuera y no regresaron, dejando una inconsolable madre con el recuerdo de aquellos hijos a los que no volvió a ver y de los que solo tendría noticias por las espaciadas cartas que tras meses de travesía llegaban a mitigar un poco su pena al saber que seguían vivos, lógicamente los padres también los echaban de menos.
Hoy en día aunque la distancia de mar por medio sigue siendo muy triste, los medios de comunicación actuales permiten estar en contacto permanente e incluso hablar mientras se ven en la pantalla.
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Mayo de 1949,.Luego por intervención del gobierno venezolano, la dictadura española facilitó la emigración. |
Ya a partir de la segunda mitad de la década de los 70, la emigración paró e incluso muchos de los emigrados regresaron, pues con el boom de la construcción y la llegada del turismo, surgió otra forma de vida y en el pueblo muchos jornaleros agrícolas y pequeños agricultores autónomos fueron abandonando esta actividad en aras de un mejor sueldo en oficios que no exigían gran cualificación como peón de albañil, pues la vida en el campo era inviable y al menos aquí se aseguraban un sueldo a fin de mes. Tras los hombres, unos años después, fueron solicitadas las mujeres, también para trabajos que no requerían mucha preparación como la limpieza de habitaciones de hoteles, limpieza en cocina de restaurantes, pero ¡trabajo remunerado! lo que empezó a marcar la emancipación de nuestras mujeres, ahora dueñas del sueldo recibido y por ende dueñas de su vida, aunque su comienzo fue duro, pues las abanderadas tuvieron que sufrir la crítica del entrono de las que no se atrevían o no les dejaban dar el paso.
No obstante este éxodo agrícola no fue total al principio, pues los obreros de la construcción y las asistentes de hoteles, los fines de semana retornaban a su huerta para al menos sembrar las papas para el consumo familiar. Por ejemplo aún en la década de los ochenta era muy extraño ver cajas o sacos de papas en una venta del pueblo, pues los pocos que no las cultivaban, compraban directo al agricultor algunos sacos para el consumo familiar. Ya a finales de esta década fueron muchos los que abandonaron hasta el cultivo de la papa, pues era más barato comprarlas en el supermercado. Por lo que hoy en día las islas se alimentan fundamentalmente de los productos de importación, pues las dificultades de agua, terreno etc. no la hacen competitiva frente a los precios de producción externa de la que hoy tristemente dependemos.
¡Qué el baúl de mi abuelo o la maleta de mi padre sigan sirviendo solo para guardar estos recuerdos!.
Candelaria, 31 de julio de 2016
Mari Carmen me encantan tus relatos. Dicen que recordar es volver a vivir.
ResponderEliminarRecuerdo cuándo mis padres allá por los años70 marcharon a Inglaterra, sin conocer el idioma, dejándome con mis abuelos. Evoco con ternura la espera de aquellas cartas llenas de amor y con un halo de tristeza, por la separación.
Recuerdo cómo ahora que con casi siete años estaba en los Rodeos esperándolos y aunque estaba a su lado no me " veían" de lo nerviosos que llegaban. No creían que estaban de nuevo en el terruño.
Con ese dinero se compraron nuevas tierras para seguir subsistiendo. Y tener mas dónde cultivar para salir adelante. Los mios como los tuyos y tantos otros querían darnos una educación. Y lo hicieron.
Lo triste para mi, con el paso de los años. Es cuando me decían que aquellas a pesar del trabajo y del desapego familiar habían sido sus únicas vacaciones.
Quizás hoy no valoramos el duro trabajo y el desgaste que para ellos supuso. Por mi parte mi admiración para ellos que marcharon a una situación desconocida totalmente. Como ir con los ojos cerrados a lo que les deparara su aventura. Gracias por compartir. Un beso.
Gracias Conchi. Sí fueron tus padres en los primeros vecinos que pensé de los que se fueron a Europa. Sí, imagino lo duro que fue para ellos dejarte atrás y para ti desprenderte de ellos, pero eran tiempos difíciles y eso, se lanzaban a la aventura sin saber lo que les esperaba, y que fuerte lo de a pesar de todo fueron sus únicas vacaciones. Lo dicho una época dura. Un abrazo.
ResponderEliminargalaxy watch 3 titanium - iTaniumArt
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